Presupuesto Municipal 2022, El Calafate (3ra. y última parte)
Foto de portada: El Calafate hoy.
LIVIN´ LA VIDA LOCA:(Por Ángel Serra).
EMPLEADOS MUNICIPALES POR DEBAJO DE LA LÍNEA DE POBREZA Y 154 MILLONES DE PESOS PARA UNA FIESTA QUE PAGAMOS TODOS
A pesar de su carácter casi artístico, el Presupuesto Municipal 2022 sirve para poner de relieve cuáles son las prioridades del bellonismo de cara al ejercicio que comienza en breve. Por eso, más allá de lo mencionado, hay algunos puntos a destacar en los que vale la pena detenerse.
Por ejemplo, llama poderosamente la atención la enorme cantidad de personal precarizado y/o tercerizado que trabaja para el Municipio. La masa de sueldos de trabajadores contratados en “planta transitoria” y “temporaria” equivale al 39% de los recursos asignados al personal de planta permanente, totalizando $ 146 millones.
Otro dato sorprendente es el que arroja por tierra uno de los relatos más arraigados del bellonismo duro, a saber, que los empleados municipales son los mejores pagos de la Provincia y por ende, trabajadores que se encontrarían bajo un supuesto estatus de “privilegio”.
En realidad, los números indican exactamente lo contrario. Porque si se toma en cuenta que los sueldos de planta permanente (estimada en 460-500 empleados) totalizan una masa de $ 375 millones anuales, arribamos a la conclusión de que los empleados del municipio calafateño cobrarán en promedio a lo largo de 2022 sueldos que estarán en torno de los $ 70 mil mensuales, esto es, una remuneración que no llega siquiera a igualar la línea de pobreza que se encuentra ahora mismo muy por encima de los $ 80 mil para una familia de cuatro integrantes. Por eso, comenta “off the record” una empleada de la “muni”, muchos empleados municipales “están empeñados con el banco”, obligados a sacar créditos para poder llegar a fin de mes.
Pero entre las perlas que deja este presupuesto votado y aprobado en menos de lo que dura un partido de truco hay números que no resisten el más elemental de los análisis.
En una localidad que se da el lujo de recortar a la mitad su presupuesto de “Asistencia Social” dejando en la incertidumbre a centenares de familias con necesidades alimentarias apremiantes, el ítem “Promoción Cultural y Educativa” se lleva la friolera de $ 52 millones.
El lector poco avisado podrá argüir que todo dinero invertido en cultura y educación ha de ser bienvenido. El problema es que para la lógica bellonista, “cultura” es contratar por sumas astronómicas al “Chaqueño” Palavecino para el Festival de la Tradición o a Los Palmeras para el Día de la Madre, entre muchos otros artistas de primer nivel que el “Javi” trae y seguirá trayendo.
Por supuesto que nos gustan Los Palmeras y disfrutamos del “Chaqueño”. Claro que también la música popular es cultura. No pasa por ahí la cosa.
Lo interesante del caso es que aquello que se promociona como “gratuito” muy lejos está de serlo. En verdad, el “cachet” que cobran en efectivo esos artistas lo paga nuestra comunidad. Lo hace cada vez que una madre camina decenas de cuadras con sus hijos para llegar al centro porque no cuenta con transporte público. Lo pagan nuestros vecinos desocupados o precarizados cada vez que desde la Secretaría de Desarrollo Social se les informa que no habrá módulos alimentarios que entregar hasta la llegada del invierno. Lo pagamos todos cada vez que un perro suelto muerde a un vecino o a un turista porque no existe dentro de esta gestión una estrategia clara de control poblacional canino ni la voluntad política de llevarla adelante. Lo pagamos con cada puesto laboral que no se crea, por no haber políticas públicas ni partidas asignadas desde el Municipio destinadas a generar proyectos productivos intensivos en mano de obra que procuren trabajos estables con sueldos dignos para nuestra gente.
Sin embargo el rubro que destaca por lejos en esta catarata de disparates es el de “Cortesía y Homenajes”, con partidas aprobadas por $ 82 millones. Por su trascendental relevancia para la gestión bellonista es, dentro del presupuesto 2022, el único desagregado en subítems:
1- “Fiestas públicas”, $ 50,7 millones (sin detalle)
2- “Homenajes”, $ 20,8 millones (sin detalle)
3- “Recepciones y agasajos”, $ 10,4 millones (sin detalle)
A todo anterior debe agregarse el ítem “Premios”, que según el nomenclador oficial de gastos debería destinarse a “reconocimientos al mérito en concursos de cualquier índole organizados o auspiciados por el Municipio”. ¿Qué cuanto dinero asignó el “Javi” en concepto de “premios” a certámenes que todavía nadie conoce? Pues $ 20 millones. Como resulta obvio, sin el menor detalle.
De modo que la sumatoria de conceptos mencionados (“promoción cultural”, “fiestas públicas”, “homenajes”, “recepciones y agasajos” y “premios”), aplicados a actividades que poco o nada tienen que ver con los problemas concretos que padece el calafateño de carne y hueso, totalizan en conjunto la inconcebible pero muy real suma de 154 millones de pesos aprobados dentro del Presupuesto Municipal 2022.
Por si no se entiende la gravedad del asunto, se trata del equivalente de un presupuesto anual completo de Asistencia Social. O tres veces los recursos necesarios para que el Centro Ambiental El Calafate (CAEC) funcione durante un año con un plantel permanente de 40 trabajadores dedicados a separar y clasificar las más de 50 toneladas diarias de residuos que genera nuestra ciudad. La parte positiva del asunto, lo que realmente le importa a esta gestión, es que con el agregado de estas partidas los fondos requeridos para la “Fiesta Nacional del Lago 2022” quedan asegurados.
Claro, uno se pregunta a esta altura de las cosas cuántos municipios habrá en la Argentina con capacidad de dilapidar semejante cantidad de dinero público en festividades, premios y agasajos sin crear a cambio un solo puesto de trabajo nuevo. El del intendente Javier Belloni en El Calafate es, con toda seguridad, uno de esos municipios.
Digamos, para ir cerrando este sucinto hilo de despropósitos, que la cereza del postre la pone el artículo 4º de la Ordenanza que aprueba el Presupuesto.
Por ese artículo se faculta sin más al Departamento Ejecutivo “a realizar compensaciones de créditos entre partidas”. O en buen criollo, a sacar plata de un lado para poner en otro como al señor Intendente le plazca, sin dar por ello explicaciones a nadie. Y eso empezando, desde ya, por el Concejo Deliberante al que no es necesario explicar jamás nada.
Se podrían seguir enumerando inconsistencias, opacidades o cifras que rondan lo delirante en un presupuesto sin anexos, plagado de ítems denominados “Otros”, que funciona a la manera de una caja negra impenetrable. O acaso, podríamos sugerir que en el mejor de los casos y siendo prudentes, muchas de las partidas asignadas rozan la malversación de fondos públicos.
Sin embargo, nada de esto tiene sentido. La ordenanza del “Presupuesto General de Recursos y Erogaciones de la Municipalidad de El Calafate para el año 2022” fue votada y aprobada el pasado lunes 20 de diciembre por cuatro votos a uno.
Ni usted ni yo nos enteramos de su existencia ni pudimos leer el Proyecto (que estamos publicando) y que fuera girado por el Intendente Belloni al Concejo Deliberante el 14 de diciembre pasado ya que jamás fue dado a conocer en medios oficiales. A nadie se dio tiempo para analizarlo ni para preguntar. No era necesario porque debía pasar desapercibido, justo como sucedió, como pasaron todos los presupuestos anteriores. Sin levantar sospecha.
Ahora, si algo o mucho de lo anterior le hace ruido o le provoca incomodidad piense en esto: nada de lo anterior pasó por la cabeza de los concejales oficialistas (FdT) Carlos Alegría, Juan Pablo Albornoz, Malén Villalba y Leonardo Mardones.
Ninguno de ellos se detuvo ni vaciló un segundo en levantar su mano para asegurarle al Intendente los 3.000 millones de pesos que les estaba pidiendo a libro cerrado. Ninguno de esos representantes del pueblo de El Calafate se animó ni tuvo la osadía de preguntar cómo y de qué forma iban a ser utilizados esos recursos cuya propiedad no es de un intendente ni de una gestión en particular. Ninguno de los ediles nombrados opuso reparos. Y como la verticalidad manda, el presupuesto salió, como debía salir, sin que cambiara un punto.
“Cosas que pasan”, diría Larralde. Cierto.
Porque dejamos que pasen. Todavía.