“EL HAMBRE Y LAS GANAS DE COMER”: PABLO GRASSO/IGNACIO TORRES QUIEREN LIDERAR LA POLITICA.

Pablo Grasso e Ignacio Torres: quieren liderar la política pero tanto tiempo de construcción, puede jugarle más en contra que a favor.
El Intendente de Río Gallegos, Pablo Grasso, quiere ser el protagonista de la política provincial, de cara a las elecciones legislativas del 2025 y especialmente de las generales del 2027 en la provincia de Santa Cruz.
Ignacio Torres, Gobernador de Chubut, aspira a conformar un liderazgo patagónico que todavía le queda grande, pero su iniciativa tiene un norte bien definido: mostrar a Chubut como un “ejemplo a seguir” y armar un movimiento político que lo catapulte desde la Patagonia, a nivel nacional, donde pretende posicionarse como opción electoral en la presidencia ya sea por el PRO, por Cambiemos, por La Libertad Avanza o en todo caso, por el peronismo/kirchnerismo. En la práctica, el gobernador chubutense es de aquellos a los que ”cualquier colectivo le queda bien”, siempre que le sirva a sus planes de llegar a las ligas mayores.

Explotó mediáticamente tras la bravuconada aquella del cierre del petróleo y el gas a Nación y después de juntarse con lo peor del kirchnerismo como Moreno, transformado en un osito de peluche pasó a ser un “moderado” con Milei, olfateando un sin fin de oportunidades si juega en el medio campo repartiendo las fichas entre quienes lo pueden sostener económica y mediáticamente en su aventura y los que seguramente le podrán fichas para que al menos intente disputarle al presidencia a Milei en el 2027, una vocación aspiracional que Torres nunca ocultó.

El problema de ambos (Torres y Grasso) en sus respectivas jurisdicciones, es que arrancaron demasiado temprano y se han puesto en el ojo de la tormenta con tanta anticipación que amplían los márgenes de errores propios, más aún cuando ambos están en función de gobierno y en el caso del intendente de la capital santacruceña va por su segunda gestión, está muy cuestionado e inclusive denunciado por el gobierno provincial, por delitos cometidos en la función pública frente al IDUV.

Torres, en cambio, es una incógnita en gestión pública, lleva seis meses al frente del gobierno de Chubut, pretende liderar un movimiento federal de gobernadores y fue impulsado en su campaña a la gobernación por sindicalistas, militancia peronista, el Chusoto de Das Neves y Mauricio Macri.

Torres firma decreto para dar de baja y auditar designaciones irregulares.


Está casado con una mujer de Santa Cruz y el sueño de Ignacio Torres es seguir los pasos de Néstor Kirchner, a quien admira. No es casual que el gobernador de Chubut tenga amistades icónicas como Axel Kicillof y Guillermo Moreno.

El joven gobernador tiene un apoyo público importante que va a depender de dos cuestiones fundamentales: en lo político, con quien se enlace y colabore en la búsqueda de alianzas locales y nacionales, en lo social dependerá de las decisiones que tome; una de ellas es negociar con el gobierno nacional de MIlei el ingreso de la megaminería en Chubut. Por el momento dos de los tres senadores chubutenses (excepto Linares del FPV) votaron la Ley Bases, que pone a Torres, lejos de aquel “Rebelde wey” de meses atrás, a través de cuya actitud ganó notoriedad.

Grasso, por su parte, también intenta seguir los pasos de su alter ego y quiere reeditar al “Lupín” de los años 90, pero sus antecedentes no solo le pesan con una base experiencial bastante negativa que lo condiciona a la hora de encontrar “compañeros” que lo apoyen, sino que, además, debe enfrentarse al actual gobernador Claudio Vidal que sueña con la reelección en el 2027 y no se la hará nada fácil al intendente K.

Grasso y Torres hacen su juego con demasiada anticipación y aunque en el caso del gobernador tiene organizada una red de diarios y portales que se encargan de difundir buenas noticias de Chubut, su estrategia será sostener el interés público sobre su figura y evitar que la opinión pública lo encasille aliado del oficialismo y mucho menos, partener del kirchnerismo, como pareciera que oscila su comportamiento político. (Agencia OPI Santa Cruz)