EL PAÍS DE LA IMPUNIDAD: CRISTINA Y SUS HIJOS SOBRESEIDOS SIN JUICIO ORAL EN LAS CAUSAS DE CORRUPCIÓN MÁS ABERRANTES QUE SE TENGA CONOCIMIENTO.

Y lo que vinieron a hacer, lo están haciendo y rápido. Sin duda y así las pruebas lo confirman, la llegada de este gobierno nunca tuvo otro propósito que lograr la impunidad de la banda, aunque a decir verdad, muchos de los integrantes de la asociación ilícita que gobernó por 12 años el país se beneficiaron por el efecto colateral en el logro del principal objetivo: la liberación total de las causas de Cristina Fernández y sus dos hijos.

Con la complicidad del Tribunal Oral Federal Nº 5 de los jueces Daniel Obligado y Adrián Grünberg y la disidencia de la jueza Adriana Palliotti, ayer sobreseyeron a Cristina Fernández, Máximo y Florencia Kirchner, más Lázaro Báez, Cristóbal López, Fabián de Sousa, Romina Mercado y Osvaldo Sanfelice, entre otros actores, en dos causas con la mayor cantidad de pruebas que existen de la corrupción estatal en la que estuvieron involucrado la jefa de la banda y sus adláteres, quienes le ayudaron a apropiarse de un PBI completo, dinero que le robaron a todos los argentinos desde las funciones en el Estado y armando empresas truchas para lavar dineros públicos y desviar fondos en la obra pública, en lo que se tiene como la mayor estafa a un Estado soberano del cual se tenga en cuenta en el mundo, perpetrado por un grupo de personas que utilizó un gobierno nacional, con ramificaciones en muchas provincias argentinas, para lograr este increíble objetivo de esquilmar a un país, a la vista de todos y usando el poder político.

Para fundamentar el sobreseimiento de la banda, los impresentables jueces Daniel Obligado y Adrián Grünberg acudieron al Art 361 del Códogo Procesal Penal de la nación que permite dictar el sobreseimiento antes del juicio cuando por pruebas nuevas se comprueba la inimputabilidad del acusado, cuando exista una causal de extinción de la acción penal o cuando el imputado está en condiciones de quedar exento de la pena en virtud de una ley penal más benigna.

Y en plan de encontrarle una salida poco honrosa pero justificada, consideraron que las maniobras atribuidas a los imputados como constitutivas del delito de lavado de activos eran distintos segmentos pero de un mismo hecho por lo que deben ser encuadradas dentro de los delitos continuados. Al ser un delito continuado, los jueces sostuvieron que era necesario precisar la fecha exacta del comienzo de la ejecución. Del relevamiento de los hechos investigados concluyeron que la maniobra más antigua, que marca el comienzo de ejecución del lavado fue el 7 de noviembre de 2006 con la constitución de la sociedad comercial Los Sauces. Este único delito -según la opinión de los jueces- culminó en el mes de abril de 2016 cuando Florencia Kirchner cobró el último salario como empleada de dicha firma.

MAXIMO Y SU HERMANAFAVORECIDOS POR LOS INDULTOS.

Son muchísimas más las irrisorias excusas esgrimidas en el fallo y no vamos a perder tiempo expresando acá las barbaridades leguleyas e interpretaciones forzadas de dos jueces cómplices de la corrupción argentina, que deberán ser juzgados y deberían ser aparatados por innobles y corruptos, aunque posiblemente antes de salir del poder, este gobierno les conceda “la jubilación” como premio a los servicios prestados, tal como sucedió con Oyarbide y otros tantos jueces de morondanga, propio de la justicia que tenemos en el país.

No vale la pena analizar el fallo y sus consecuencias. Lo importante es decir que esta banda delictiva volvió al poder gracias a Mauricio Macri. El hombre que le creyó a su espejo y pensó que la vara mágica resolvería de por vida el problema argentino el cual pasa por la falta de conciencia y la inmoralidad imperante en un país donde la clase política se ha ocupado de borrar el principal pilar de cualquier sociedad civilizada: la justicia; la barbarie política aplicada en países como el nuestro, solo es posible con la complicidad de los sectores que tienen la obligación de sostener la institucionalidad y la democracia, pero, precisamente y paradójicamente, es la propia democracia la que permite a los ciudadanos de este país renovarle el mandato a una banda de delincuentes que en el 2019, cuando muchos pensamos que nunca más volverían, volvieron y para nada mejores.

Lo que pasa hoy en Argentina es merecimiento propio de nuestra sociedad dormida, anestesiada y apática e indiferente al futuro de nuestro hermoso país, parte de la cual no tiene valores éticos ni morales sólidos, lo cual se reflejan en las urnas, cuando vuelven a poner en el poder a quienes cometieron el mayor estropicio político en muchas décadas y ya figura en la historia mundial encabezando el triste record de los gobiernos latinoamericanos más corruptos, solo superado por Venezuela y habría que hilar fino para saber si realmente, es así.

Estos jueces subrogantes que liberan a los culpables de delitos de lesa humanidad como la corrupción estatal, son productos del mismo horno. Si la sociedad se sacudiera estas lacras políticas y judiciales a tiempo, podríamos construir un país nuevo, próspero y serio. En su lugar, tenemos una cáscara vacía de poder, una nación alienada y marginada del mundo, empobrecido y sin justicia.

En definitiva, hemos logrado a través del voto, retroceder cuando el mundo avanza y pretendemos que nos respeten tras ser nosotros mismos los que hemos transformado este gran país en una republiqueta de cuarta categoría, nunca mejor referenciada en la parodia de “Costa Pobre” del inolvidable Olmedo.

Por eso, amarga pero no sorprende, que la banda siga tocando. En un país donde hubo dos atentados terroristas y los criminales siguen caminando la calle y haciendo política, donde asesinaron a un fiscal, los mismos que luego fueron reivindicados con el voto en el 2019, no es raro que hoy nos encontremos con que jueces basuras, amañados a la corrupción política, usen a la justicia como salvoconducto de los ladrones.

Siempre digo que los culpables no son ellos. Saben lo que hacen y lo que se proponen; para eso volvieron. El problema es de la sociedad que en vez de marginar a la lacra política, la sigue votando y reivindicando elección tras elección.

Tenemos el país y la clase política que nos merecemos. Finalmente, no es casual que la Argentina se haya ganado el mote de: el país de la impunidad.Está clarísimo por qué.

(Agencia OPI Santa Cruz)