Hablan de “casta” en YCRT, amenazan con el cierre, pero los mismos que quieren eliminarla, no investigan ni castigan a los que se enriquecieron en 20 años.

Con respecto a la situación de YCRT, empresa a la que le dediqué 51 años de mi vida, quiero decir que no es la primera vez que se ve amenazada por un gobierno nacional y si bien esta no es la excepción, las condiciones del país y la llegada de un antiestatista a la presidencia, lo hacen mucho más realizable que otras veces en que nuestra empresa se ha visto amenazada.

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Y si es como dicen, que el presidente Javier Milei quiere privatizarla, cerrarla o regalarla, será una decisión buena o mala de acuerdo al enfoque que le dé su “ideología libertaria”, pero no debe olvidarse que detrás de esa decisión, hay 2.000 familias que dependen de su existencia y dos pueblos que palpitan al ritmo del carbón.

Entonces, si la decisión final es esa, el presidente, en vez de mandar a su vocero a calificar de “casta” al minero que calza el casco y baja 1.000 metros a picar piedras, mientras pierde la noción del tiempo y se transforma en luciérnaga por horas, entre el polvo negro y el ambiente irrespirable de las profundidades del socavón, debería poner su esfuerzo en buscar, descubrir, investigar, denunciar y hacer lo posible por meter presos a todos y cada uno de los corruptos que permitieron que YCRT llegara a generar el desinterés que hoy muestran las autoridades nacionales, sobre su impredecible existencia.

Si el presidente cree que en YCRT hay “casta”, que no empareje, que no generalice y se dedique a buscar a quienes transformaron a un yacimiento de carbón en un coto de caza.

Le aconsejo al presidente que busque a todos los políticos, interventores, sindicalistas y funcionarios, intendentes, concejales y ex funcionarios, muchos de los cuales ni conocen Río Turbio, solo las sillas mullidas de calle Cabildo 65 en CABA, quienes se han enriquecido a costa de un carbón que nunca sacaron y han vivido de la empresa y siguen viviendo, mucho tiempo después de haberse apartado de sus funciones, cuando no a través de millonarios negociados que les han propinado fortunas incalculables que jamás serán investigadas, aún por quienes hoy tienen la iniciativa de liquidar el yacimiento, arrogándose un desconocimiento supino de su estructura, funcionamiento y valor.

YCRT está en camino a la privatización y/o cierre, pero la medida planteada como una decisión política, deja afuera a la verdadera “casta”. Ésta decisión salomónica se toma a espalda de la transparencia, la justicia y el orden moral. El presidente quiere cerrarla sin auditarla, sin investigar, sin remover la mugre que encierran tantos años de corrupción, producida por la verdadera “casta”, la que él intenta ignorar por miedo a encontrar entre ellos, a muchos de sus colaboradores directos, que volvieron entremezclados con los residuos de Cambiemos, el Pro y los kirchneristas agazapados entre las “empresas de servicios”, que siguen haciendo negocios, independientemente de quién sea el Interventor de turno.

Por 51 años trabajé en YCRT y me jubilé sin llevarme un solo peso de más ni deberle una hora de trabajo a un yacimiento que le entregué mi vida y muchas veces, la tranquilidad de mi familia.

Perdí amigos y compañeros cuando se desplomó el techo en el 2004 y las razones por las que ellos murieron, no son muy distintas a las actuales: desinversión, corrupción, ignorancia, displicencia, intereses egoístas y poca empatía de quienes debían velar por la seguridad de todos nosotros. Como hoy, cuando alguien desde 2.500 Kms, sin conocer ni siquiera la cuenca, habla de cerrar una mina como si se tratara de un kiosco, pero ignora a los kiosqueros que lo fundieron, los verdaderos responsables del desastre actual.

El presidente está viendo las consecuencias, no las causas y por lo que veo, poco le importan estas últimas. Allí está el verdadero problema y a ese punto, Javier Milei no lo ataca. Aplica un reduccionismo injusto que lo transforma en lo que es: un presidente intuitivo y al menos para nuestra empresa, un talibán político, reaccionario y obtuso cuya mejor propuesta es aplicar la motosierra sin mirar a quien, aunque, como todo indica y seguramente es una coincidencia, deja afuera a la verdadera “casta” que dinamitó YCRT por muchos años, algunos de los cuales hoy colaboran con el gobierno nacional, razón de más para no escudriñar en responsables pasados, no sea cosa que se encuentren con ellos mismos. (Agencia OPI Santa Cruz)