Javier Milei está replicando el modelo autoritario del kirchnerismo, la política del capricho, el berrinche y la toma de decisiones destempladas, incongruentes, transformadas en el “ojo por ojo” hacia quienes se le oponen a que, como presidente, haga lo que quiera y le recuerdan que existe un Congreso, donde su partido (además) es minoritario.
Sin duda el país necesita un cambio profundo, integral y concreto, pero nada de esto puede o debe ocurrir si no es dentro del marco de la Constitución Argentina, un librito que muchas veces el kirchnerismo pisoteó y tiró en un rincón, para imponer su propia ley y manipular el poder a su antojo, a veces con una oposición dibujada por ser minoría y tener las Cámaras de diputados y senadores manejadas por la Cámpora, con suficiente mayoría para vulnerar decisiones, negar tratamientos y aprobar casi cualquier cosa.
Es tal vez por ello que el ejercicio del poder K, como sucedió por 30 años en la provincia de Santa Cruz, fue prácticamente omnímodo. Y es por eso que a finales del 2023 tanto en la Nación como en Santa Cruz, el electorado le dio la espalda a quienes la institucionalidad era (y es) un arte decorativo. Y justamente es por eso que ganó un ignoto, un fuera de serie, un out sider, alguien rupturista a quien la gente votó casi con desesperación para romper el status quo y buscar una salida distinta a lo establecido desde tanto tiempo atrás.
Pero si bien todos somos conscientes que lo desconocido viene con riesgos implícitos, hubo un pueblo que no votó a Milei por ser quién es, sino que lo votó por falta de otra opción y casi como un castigo al kirchnerismo/peronismo o como se llame. Y esto, Javier MIlei parece no registrarlo de esa manera. Da la sensación que el mesianismo político, esa tendencia a la que somos tan proclives los argentinos, nació dentro del economista quien sigue creyendo que es un panelista de televisión y no parece ubicarse en el nuevo papel donde representa a casi 50 millones de argentinos, la mayoría sufrientes de un proceso político en declive desde hace 40 años, que llegó a marcas históricas de atraso y pobreza con los mismos que están hoy y forman parte de este novel gobierno que dice estar contra la “casta”.
Un fracaso, es un triunfo
El fracaso de la Ley Ómnibus en Diputados, no fue otra cosa que el fiel reflejo del capricho atolondrado de un presidente que llegó y empoderado por el voto mandó más de 600 artículos en un mega paquete de leyes, donde hay muchas buenas medidas y otras que nadie explica para qué y por qué. Entonces, aparecieron las disidencias y cuestionamientos dentro del propio bloque de alianza política, sin que Milei registre que su partido (LLA) es simplemente minoritario, depende de las buena voluntad y negociación con otros sectores y tiene enfrente al kirchnerismo que no le hará fácil ninguna negociación parlamentaria.
Como la pretensión del presidente fue que votaran todo a libro cerrado y no lo consiguió, fue por más y trató de obligar a sus aliados, al menos, a darle los mismos “superpoderes” que tantas veces criticamos en los presidentes anteriores. Y allí se rompió todo, la ley volvió a Comisiones, lo que es casi la defunción del proyecto tal como fue presentado.
Por teléfono desde Israel, Milei ordenó retirar el proyecto; y allí aparece el modelito de conducta K, reflejado en el mandatario y su entorno libertario, quienes ante la derrota estrepitosa en el Congreso, invirtiendo la carga de la prueba y salieron a postularse como los grandes estrategas de un triunfo político inexistente.
Son tales los puntos de coincidencia con el relato K, que hasta organizó mediáticamente una Consultora denominada “La Vuelta de Obligado”, con el único fin de manejar el mensaje y direccionar la opinión en redes sociales y de ella se desprende una inconcebible justificación al fracaso del gobierno nacional con la Ley ómnibus, al señalar desde el título: “Con la caída de la Ley Ómnibus ganó el gobierno” y en su desarrollo da vuelta argumentalmente sobre el hecho de que la casta política “está acostumbrada al tome y daca” y en esta oportunidad, ante la intransigencia del presidente Milei de hacer lo mismo y no ceder en ese sentido a la extorsión, los expuso a todos tal como son. Una forma de explicar una media verdad por las múltiples entradas que posee un mismo hecho que puede ser bueno o malo, según el lado del que se lo vea y la forma en que se lo aborde. Lo que está clareo es que el concepto de “negociación política” ni MIlei ni su equipo lo tienen claro.
Un procedimiento K
Tras manifestarse irascible y mal educado, Milei (quien parece no reparar que es Jefe de Estado) no dudó de catalogar de traidores a quienes lo ayudaron a estar donde está, dijo que ninguno de ellos quiere un cambio, volvió con el gastado cliché de “políticos de la casta”, mientras tiene a su lado a Daniel Scioli y hasta los trató de “Kirchneristas de buenos modales”, aunque a decir verdad a los kirchneristas de “malos modales” no los ha investigado ni denunciado y algunos de ellos, aún le son útiles, especialmente la máxima referente que sigue en silencio mientras sus acciones de Mercado Libre, Apple, Coca Cola y otras multinacionales, siguen creciendo.
Milei se peleó con casi todos los gobernadores a los que en un momento de furia amenazó con “no mandarles un solo peso”, como si el gobierno nacional fuera una monarquía del siglo XV y no tuviera obligaciones constitucionales bien determinadas y establecidas como la responsabilidad del gobierno central ante los estados provinciales, en el marco de un estado federal. Javier Milei se transformó en un doble de Cristina Fernández en sus mejores épocas de mandataria nacional cuando la furia ganaba su bipolaridad, que solo era calmada por los bolsos con dólares que Muñoz llevaba a su departamento de Juncal.
Si acaso MIlei se refería a que no les mandará un solo peso más de ATN y transferencias discrecionales y todo ese conjunto de rubros inventados por el kirchnerismo para regalar plata que fabricaba incansablemente con la maquinita y tener a los gobernadores comiendo de su mano, debería aclararlo, porque tal como lo dijo, da la sensación que si los gobernadores le votan todo a libro cerrado, obtendrán los mismos favores que tenían antes de manos de Massa,Cristina y Alberto, que compraban sus lealtades con fondos espurios y cargaban a la cuenta de todos los argentinos.
Insisto, es necesario que el presidente MIlei se ubique en tiempo y espacio y haga honor al cargo que logró gracias a un momento histórico e inflexible del país. Si como cree, el 55% de los votos que obtuvo en un balotage, le da el poder omnímodo sobre los argentinos, las leyes y las instituciones, se equivocará tanto o más que Cristina Fernández, cuando le recordaba al pueblo que el 54% la había elegido para hacer lo que se le viniera en ganas con el país.
Si el actual presidente acude a las viejas recetas para imponer un nuevo paradigma, va a terminar, indeclinablemente, pagando sus desatinos en la primera posta política que deberá enfrentar en las legislativas del año 2025. Y allí se sellará su destino; sabrremos si nos puede regalar un país distinto o como Mauricio Macri (otro megalómano) nos devuelve lo peor de la política nacional en el 2027, el kirchnerismo remasterizado, una vez más. (Agencia OPI Santa Cruz)