Hace muchos años vengo señalando que la construcción, por parte de Néstor y Cristina de esa falsa ideología de cabotaje llamada genéricamente “kirchnerismo” no solo es una falacia desde lo conceptual, pues aparenta ser de izquierda y se inserta en lo más profundo de la derecha y el capitalismo atroz, sino, además, al menos un grupo de convencidos que los siguen a pesar de la redundante realidad que los hace ver día a día el verdadero gen del cual está hecho ese movimiento político superfluo y provincial, nacionalizado por los oportunistas y creadores de la mítica K en el año 2003, creen en el relato ficticio que fundó el padre de la criatura y profundizó y perfeccionó su viuda.
Cristina Fernández es una caricatura de lo que ella pretende transmitir a quienes la ven y la siguen. No solo es corrupta, impostada, mala actriz, pésima oradora, tiene mal genio, es egoísta, autoritaria, despectiva, despreciativa, mal educada y nada empática, sino que además de la cleptomanía manifiesta que ostenta cada vez que está en el poder, es el adalid de la mitomanía.
Mentirosa y sin autocrítica, la ex vicepresidente está partida en varias personalidades distintas, un remedo del Dr Jekyll y Mr Hide criollo, una especie de transformista moral que discursea sobre la pobreza mientras genera y multiplica pobres, enarbola los Derechos Humanos y habla de “la generación perdida” y cuando tuvo oportunidad de hacer algo no escribió ni un hábeas corpus en beneficio de algún desaparecido en la provincia, venera a Perón y en privado lo recuerda como el viejo hijo de puta, se cree de izquierda y toda la vida junto a su marido ha doblado a la derecha, desde que se abrazaban con los militares en Santa Cruz, en la época del proceso, hasta el apoyo “al mejor ministro de economía de la historia”, como calificaron con Néstor a Domingo Cavallo, cuando acompañaron todas las privatizaciones del gobierno de Menem en los ´90 y recibieron las regalías petroleras que hicieron desaparecer como Copperfield cuando ocultó la estatua de la Libertad a un auditorio en Nueva Yersey; concluyendo, es lo más antagónico que existe entre el discurso que sostiene y la realidad que la circunda.

Es por eso que el hallazgo de la Dra Silvina Martínez al analizar la Declaración Jurada de la ex vicepresidente condenada puso, blanco sobre negro todo esto que plantee en párrafos anteriores. La contradicción total y absoluta de esta mujer de doble moral queda expuesta en este documento que tan gentilmente la Dra Martínez le facilitó a OPI Santa Cruz.
En la DDJJ de Cristina Fernández y tal como ella misma lo informa, tiene acciones de 11 empresas e índices extranjeros por un total de 159.169,00 dólares, unos 136 millones de pesos a la cotización del dólar actual y dentro de ese marco de inversiones de la lider del Frente de Todos, Unión por la Patria o como se llame su partido tras la máscara cambiante y adaptativa a los vientos políticos en el país, aparecen varias empresas fuertemente “capitalistas” de esas en las que en sus discursos pone como anatema de sus convicciones (bastante movibles por cierto), ellas son: Coca Cola, el índice Nasdaq de las tecnológicas de Estados Unidos, Microsoft, Apple, Visa, Vista Energy, Berkshire Hathaway, Donat Investments (empresa india), Bioceres Crop Solutions Corp y Mercado Libre, esta última, corrida del país por ser (según el discurso afiebrado y falaz de ella y su séquito de analfabetos políticos) una empresa explotadora y del más rancio capitalismo depredador de la economía. Por las dudas, ella se resguardó en las acciones de Galperín que se fue a Uruguay y hace trabajar los 40 millones de pesos de Cristina Fernández, la misma que discursea por izquierda y cobra por derecha. (Agencia OPI Santa Cruz)