Las convicciones políticas de Ignacio Torres son las del Groucho Marx, si no gusta las que muestra, las cambia por otras.

Ignacio Torres en una entrevista con Novaresio dijo que si el PRO y La Libertad Avanza se fusionan “se va”, porque no está de acuerdo con la fusión de ambos partidos que apura Patricia Bullrich, contrariamente a lo que impulsa Mauricio Macri que es mantener el PRO independiente del partido de Javier Milei, aunque colaborando con la gobernabilidad.

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“Si hoy hay un Gobierno en el cual hay cosas con las que estoy de acuerdo y hay muchas en las que no estoy de acuerdo y mi espacio es fagocitado por el espacio del Gobierno nacional, estaría siendo contradictorio con lo que yo creo”, dijo el Gobernador de Chubut, en medio de su meteórica carrera política, siempre que no se encuentre con algún cuerpo celeste que lo haga estrellar antes de tiempo.

Y Torres tiene todo el derecho de sentirse ofendido, disgustado y contrariado si su partido de origen, el PRO, se mezcla en las aguas profundas de una alianza con el partido gobernante, con quien Torres, dice tener diferencias sustanciales; eso es válido y respondería, de alguna manera, a una nueva visión política de quien se presume como la naciente de una nueva generación de políticos que, al menos en el discurso, pretendía dejar atrás las viejas prácticas.

Pero la acción de Torres en el campo de la política práctica, aquella que se despliega a diario, dista mucho de su presunta convicción reformista y es un punto flaco de este “referente espontáneo” que algunos impulsan desde los medios, para transitar el universo de los ciegos, donde el tuerto (políticamente hablando) es Rey, algo parecido a lo que sucedió en el 2002/2003 con la aparición del otro patagónico que ganó la presidencia con un magro 22%.

Lo obvio no siempre es lo mejor

Hay dos cuestiones que son obvias y distinguen una época de otra: primero a nivel nacional hay un presidente disruptivo, que guste o no, ha sido plantado allí por la propia sociedad harta de los enjambres de corruptos, traseros, mentirosos e inútiles que nos dejó por 20 años la política nacional y especialmente el peronismo kirchnereizado. Y ese gobierno está firme y con gran consenso popular a pesar de las brutales medidas que viene tomando.

En segundo lugar, Ignacio Torres es producto de un big bang político, siguiendo la metáfora astrofísica, circunstancial, fallido y aparentemente reaccionario, ante temas de índole social, nacido espontáneamente al estrellato mediático en una falacia circunstancial, como fue aquella amenaza estúpida de “cortar el petróleo y el gas” a Buenos Aires, llevado a cabo por otro gobernador de cuarta categoría como Gustavo Melella, de Tierra del Fuego.

Esa bravuconada sin ningún destino y menos aplicación práctica, hizo saltar a Torres a los medios nacionales y los periodistas que no siempre están ocupados por analizar otra cosa que la coyuntura, prácticamente lo han ensalzado como una “renovación” política, proveniente del sur y lo peor, es que Torres se lo ha creído, alimentado por un entorno con ganas de trepar a las grandes ligas.

Entonces, dado este contexto, el gobernador de Chubut, que la gente de esa provincia lo puso allí hastiada de los Das Neves, Bussi y Arcioni, ahora se encuentra ante un marco más amplio de posibilidades y creyéndose con derecho propio a usufructuar el poder como se le antoje, amenaza con irse del PRO si hay alianza con la LIbertad Avanza y metiendo las manos en los bolsillos donde guarda las Cartas del Groucho Marx y sus intercambiables convicciones, plantea una objeción de conciencia con el partido que lo llevó donde está hoy mientras coquetea y se alía con la peor escoria kirchnerista de los últimos tiempos: Guillermo Moreno, Axel Kicillof, Máximo Kirchner y reafirmando el grado de pertenencia, siguiendo la línea histórica de los monjes políticos de Cristina que marchan en procesión obligada a buscar la bendición peronista, le organizan una visita para ver al Papa en el Vaticano.

Es decir, que la puesta en escena de Ignacio Torres ante las autoridades de su propio partido (el PRO) suena más a una excusa política de baja intensidad y una justificación pública antes sus propios votantes, impropia de alguien que pretende erigirse en lider político tratando de despegar del partido que le dio origen, que a una verdadera convicción personal de que el PRO está incumpliendo con sus expectativas partidarias.

Solo por analogía, si leemos las palabras dichas por Torres con Novaresio y repasamos sus vinculaciones políticas de los últimos meses, donde se ha aggiornado cómodamente con lo peor de la política nacional, estamos en condiciones de asegurar que nace un nuevo eslabón K en la patagonia, se llama Ignacio Torres, es Gobernador de Chubut y no duda en decirle a su electorado: “Éstos son mis principio y si no les gustan, tengo otros y no dudaré en cambiarlos”. (Agencia OPI Santa Cruz)