Mañana inicia el juicio por abuso sexual agravado contra el cura Nicolás Parma.

El cura Nicolás Parma, o padre Felipe, se encuentra detenido desde el año 2018 en la Comisaría de Puerto Santa Cruz. Este martes, el Tribunal Oral lo sentará en el banquillo de acusados, ya que la jueza Ursino lo procesó con prisión preventiva por los delitos de “abuso simple doblemente agravado en concurso real con abuso gravemente ultrajante doblemente agravado en concurso real con corrupción de menores agravada”.

Mañana 31 de agosto inicia el juicio contra Nicolás Parma, conocido eclesiásticamente como “Padre Felipe”, quien fue denunciado en el año 2016, por haber abusado de un novicio.

Yair, uno de los chicos que hizo el postulado en la Iglesia Exaltación de la Santa Cruz, decidió contarlo a través de un testimonio que fue enviado al Vaticano. Como no tuvo respuesta y la Iglesia no hizo nada para que hubiese una condena y ni siquiera apartó a Parma de la institución, el joven que en el año 2017 le contó su historia a TiempoSur, acudió a la Justicia ordinaria.

Yair tenía menos de 16 cuando fue víctima del cura Parma. Se había unido a la congregación en Salta, su provincia, y desde ahí lo mandaron hasta la localidad de Puerto Santa Cruz para que se convirtiera en sacerdote. Durante su estadía hubo mucha violencia sexual, que incluyó a otros novicios.

Cuando los abusos salieron a la luz, el padre “Felipe” fue llamativamente trasladado de apuro a un destino no develado. Durante mucho tiempo jamás se puso a disposición de la Justicia, el Vaticano lo mandó primero a Italia y anduvo por España.

Parma integra la congregación “Discípulos de Jesús de San Juan Bautista”, cuyo fundador es el salteño Agustín Rosa, también denunciado por haber abusado de varios novicios, pero además de enriquecerse con los fondos de la congregación. De las dos acusaciones, el Vaticano sólo se preocupó por la segunda y por eso estuvo varios meses preso durante 2016.

Nicolás Parma será sentado en el banquillo de los acusados.

(Parma se jactó en las redes sociales de haber disfrutado del fútbol de Messi).

En el testimonio que Yair le dio a este diario el año pasado, dijo que no había sido la única víctima de Parma y que, en medio de una fuerte depresión, cuando incluso fantaseó con la idea de morirse, decidió volverse a Salta para contarle a la máxima autoridad de la congregación que había un cura abusador en Santa Cruz.

Sin embargo, cuando lo hizo el cura Agustín Rosa le pidió que se callara la boca y que perdonara. La cosa no quedó ahí, sino que más tarde Rosa le pidió al joven que se dejara revisar para la detección del varicocele. Después se supo que, con ese ardid, había un tendal de víctimas de abuso suyas.

Desde que Ursino tiene el expediente, en julio de 2017, logró varios testimonios, algunos de ellos clave para determinar una aproximación del número de víctimas y sumaron detalles que refuerzan la gravedad de las acusaciones.

La jueza Noelia Ursino lo procesó con prisión preventiva por los delitos de “abuso simple doblemente agravado en concurso real con abuso gravemente ultrajante doblemente agravado en concurso real con corrupción de menores agravada”. Al cura se le imputaron tres hechos, los dos primeros con la modalidad de delito continuado.

Ante esto, la defensa de Parma presentó varias apelaciones, pero el juez Lerena, del Juzgado de Recursos de Río Gallegos, no hizo lugar a las medidas solicitadas, por lo que la instrucción de la causa se cerró y fue elevada a la Cámara Criminal.

Ya con el cura Parma detenido, vecinos lo visitan en la Comisaría donde se encuentra detenido y hasta hicieron colecta para poder cubrir los honorarios del abogado defensor.

Hasta ese momento Parma era asistido por la defensora oficial de la localidad de Luis Piedra Buena. La defensora de Puerto Santa Cruz debió apartarse porque aseveró que la unía una amistad con el acusado.

¿Quién es Nicolás Parma?

Nicolás Osvaldo Parma Vega nació el 18 de agosto de 1978 en Concepción, Tucumán. Cursó sus estudios primarios en la escuela Uladislao Frías y luego se fue a vivir a San Miguel para terminar la secundaria en el Seminario Menor San José. Estudió filosofía en la Universidad Católica de Salta donde conoció al padre Agustín Rosa. Se unió a la comunidad e hizo sus votos temporales en el 2000 y los perpetuos en 2004. Siguió su formación en teología en los seminarios de Celaya y Ciudad Altamirano de México donde vivió desde el 2002 al 2006.

Volvió a Argentina y fue ordenado diacono en 2006 y sacerdote en 2007. Tras un breve paso como rector de Nuestra Señora de Luján en Campana y vicario de la parroquia de Santa Teresa de Jesús en Garín, fue designado como párroco de la parroquia de Exaltación de la Cruz en Puerto Santa Cruz.

Parma vivía solo en una parroquia. Le gusta el buen vivir y publicar sus fotos en las redes sociales. “Siempre tenía una tablet o un celular nuevo”, recuerdan varios exreligiosos que vivieron en esa casa de Puerto Santa Cruz. Gracia compartió una temporada con él cuando estuvo trabajando para el Obispo de Vic y recuerda que subía fotos a su Instagram abrazado a varios jóvenes en el gimnasio. Durante el mes de noviembre de 2016 visitó Granada, se alojó en un hotel 4 estrellas, recorrió las principales atracciones y registró su viaje en Foursquare.

Por primera vez condenan a un cura por abuso sexual en Salta

Por primera vez la Justicia de Salta condenó a un sacerdote por abusos sexuales cometidos en el ámbito eclesiástico. Se trata del cura Agustín Rosa Torino, que fue sentenciado el jueves 8 de julio a doce años de prisión tras ser declarado culpable de los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravado contra dos víctimas y abuso sexual simple agravado en el caso de otra víctima.

La sentencia de la Sala IV del Tribunal de Juicios del distrito Centro de Salta llegó tras diez jornadas de debate: los jueces Maximiliano Troyano, Norma Vera y Roberto Faustino Lezcano concluyeron que Rosa Torino, quien por motivos de salud cumple prisión domiciliaria desde 2016, era autor de los delitos por los que fue denunciado por dos ex novicios y una ex monja que se formaron en la congregación que el sacerdote había fundado. Durante la lectura de la sentencia se determinó que Rosa Torino deberá cumplir con su condena en una unidad sanitaria del Servicio Penitenciario.

Valeria Zarza, Yair Gyurkovits (víctima del cura Parma) y Jonatan Alustiza son las tres víctimas que denunciaron a Rosa Torino ante la Iglesia y ante la Justicia: los tres se habían formado en el Instituto Religioso Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, creada en Salta por el sacerdote condenado y con sedes en México, España, Chile y distintas provincias de la Argentina. La fiscal Verónica Simesen encabezó la acusación por parte del Ministerio Público Fiscal, que pidió al tribunal una pena de 22 años de prisión para Rosa Torino, mientras que la defensa del sacerdote instó a los jueces a que lo absolvieran.

“La primera estrategia del acusado era alejar a las víctimas de sus familias. La segunda era el aislamiento total del mundo exterior. Luego estaba el factor económico. Los hacía pasar por condiciones inhumanas de vida”, sostuvo Simesen en su alegato. Y sumó: “Los infractores sexuales operan sobre la víctima desprevenida y eligen el momento para actuar. Los testimonios dieron cuenta de una sistematización y una modalidad del acusado sobre las víctimas”.

En conversación con elDiarioAR, Gyurkovits había contado: “Me decía que era como mi padre, que tenía que revisarme el cuerpo, y siempre mostrándose afectuoso”. Según su denuncia, tenía 16 años cuando empezó a ser víctima de abusos en la congregación a la que se había acercado como aspirante a seminarista.

Ese mismo recorrido vocacional hacía Alustiza, quien detalló a este diario: “Rosa Torino se manejaba como un padre, nos insistía en que Dios hablaba a través de él y era muy difícil desobedecer a eso. Como yo tenía un problema de salud muy cerca de la zona genital, me quiso revisar ‘como un padre a un hijo’ para ver si era varicocele. Hasta 2016 me eché la culpa de todo lo que había pasado, pero hacer la denuncia y salir del ocultamiento empezó a revertir esa sensación”.

La congregación encabezada por Rosa Torino, que también recibió denuncias por abusos del sacerdote Nicolás Parma en su sede de Puerto Santa Cruz, ya no puede formar varones que aspiren a curas: el Vaticano ordenó su cierre hace dos años, según confirmó a este diario la fiscal Simesen.