Mieli se equivocó en su soberbia y se cortó con la motosierra al atacar la Educación pública; a su vez le dio de comer al tren fantasma K.

Las marchas en favor de la Educación pública y de las Universidades en particular, corporiza tal vez el primer gran error que cometió el presidente Javier Milei, en su embestida contra uno de los temas más sensibles que atraviesa a todas las clases sociales pero y fundamentalmente, afecta a las clases medias y medias bajas del país: las universidad pública.

Con la falta de tacto que lo caracteriza al presidente, embistió a lo miura contra el sistema universitario, apoyándose en una teoría absurda y sin sentido, catalogando a los claustros como usinas de adoctrinamiento.

Si algo funda la existencia de una universidad, es la libertad de pensamiento, de expresión y de cátedra. Que adentro se cultiva la política, es obvio, siempre fue así. Las universidades han sido, son y serán el útero de la clase política en toda democracia en sus más curiosas variables. El debate de las ideas en los claustros es casi una condición necesaria para el sustento de la universidad como formadora de ciudadanos libres en cualquier país del mundo. No es casualidad que las dictaduras y los totalitarismo busquen anular a este ámbito de pensamiento y conocimiento, como embrión de ideas reformadoras.

En cambio, sí es criticable y abominable el adoctrinamiento escolar, a través de docentes militantes, como ocurría hasta el año pasado en las escuelas, bajo la conducción del gobierno anterior. Eso si es deleznable, porque se trata de niños en formación inicial y sin duda se deben desterrar todas esas prácticas populistas de adoctrinamiento político en el sistema educativo y castigar a quienes lo practican, pero en el plano universitario, sostener este argumento resulta absurdo.

Y Milei se pegó un tiro en el pie, desafiando a sus propios votantes, la juventud, que encontraron en el distinto una llave de esperanza para escaparle al atraso y la confusión; sin embargo, el día lunes, muchos de esos mismos votantes, le dijeron en la cara al presidente, que atentar contra la educación pública, no es el camino y que la universidad tal como la concebimos, con errores y diferencias, es un elementos escencial de la cultura argentina, de donde han salido genios de la ciencia y año a año le permite a los hijos de laburantes reeditar el sueño de “M´hijo el Doctor” que acuñaban los abuelos.

Los millares de ciudadanos que se dieron cita en el centro neurálgico del país, Plaza de Mayo, fue una muestra de advertencia de que no se puede embestir contra las instituciones, sin consecuencias. Y la universidad pública es una de ellas.

Sin embargo, el peor error que cometió Milei, fue darle el plafón necesario para que los pasajeros del tren fantasma de la Argentina, a la que no podemos ni queremos volver, se visibilizara detrás de la cortina bizarra de un reclamo que no les queda bien, porque hasta el 10 de diciembre 2023 fueron los encargado de matar, no solo a la universidad pública a la que devastaron, sino al país en el conjunto de sus instituciones, su economía, la seguridad y la moneda, entre otros aspectos en el cual lo hundieron como al Titanic.

Ver a la condenada agitar una camiseta desde el balcón de la Unidad Básica en pleno centro de Buenos Aires, o a Sergio Massa hablando de su propio desastre pero con cargo al actual gobierno o su mujer y su familia (los Galmarini) que deberían estar enjuiciados por lo que se han robado en Aysa o comiendo pochoclos en la playa mientras esperan la caída del gobierno nacional, es una foto patética de ladrones y absurdos que nos trajeron al fondo del pozo y hoy se relamen disfrutando de lo que ellos consideran prácticamente, un conflicto irreversible que le hará perder terreno a Milei y ampliará las posibilidades de que ellos vuelvan a filtrarse en el poder.

Sin embargo y gracias a la ubicación de la sociedad que ha madurado, nada de esto ha pasado ni pasará. Milei debió corregir el rumbo y salir a aclarar su posición frente a la Educación pública universitaria y los presupuestos. Si el problema son las auditorías, enhorabuena que se hagan, si el problema es el financiamiento, el gobierno tiene la obligación de no desfinanciar el sistema, sino y por el contrario, mejorarlo.

El hecho de que Milei se haya formado en una universidad privada, no justifica una posición distinta y/o revanchista ante la educación pública. Esta fue una de las partes más criticadas en la marcha. Milei cometió un yerro muy grande y debió corregir a tiempo, pero no sin secuelas. Hoy puso en alerta a sus propios votantes que detestan el autoritarismo y el capricho de los gobiernos K y le avisaron al actual presidente, que no permitirán otro atropello.

La CGT, los partidos de izquierda concentrados junto con las hilachas de un kirchnerismo despreciado y marginal, colgado de una protesta pública genuina, fue una foto absurda de aquellos a lo cual la sociedad no quiere volver y desprecia. Mitómanos, ladrones e inútiles a todo servicio, se dieron cita para cooptar un acto genuino de protesta en defensa de la Universidad Pública a la cual el multicara y demagogo Sergio Massa dijo adherir cuando le acercaron un micrófono y consta el archivo las declaraciones en las cuales el mismo candidato y ministro fracasado, decía que la educación universitaria debía ser arancelada y durante el 2023 les congeló el presupuesto a todos los claustros, por los que dijo salir a la calle el día lunes. (Agencia OPI Santa Cruz)