En un hecho sorpresivo, el Gobierno de Javier Milei oficializó la transformación del Banco de la Nación Argentina en una Sociedad Anónima. La medida, publicada en el Boletín Oficial a través del Decreto 116/2025, se da en un contexto político crítico, marcado por el escándalo del “Criptogate”, y afecta a una de las instituciones bancarias más emblemáticas del país.
El anuncio lo realizó el vocero presidencial, Manuel Adorni, a través de sus redes sociales con su característico tono: “El Presidente de la Nación acaba de firmar el decreto que transforma al Banco de la Nación Argentina en Sociedad Anónima. Dios bendiga a la República Argentina. Fin”.
Una reforma con antecedentes y resistencias
Desde el inicio de su gestión, la administración libertaria incluyó al Banco Nación en el listado de empresas a privatizar, aunque finalmente la iniciativa fue descartada por el Congreso. Sin embargo, el equipo encabezado por Daniel Tillard avanzó en la conversión a Sociedad Anónima como un paso intermedio que abre la puerta a una futura apertura de capital.
En un comunicado publicado en enero, la entidad defendió la medida asegurando que permitirá “aumentar los préstamos a favor de las PyMEs y las familias”, además de ampliar su fondeo con nuevas fuentes de inversión. En la misma línea, desde el Gobierno aseguran que la reforma garantiza “más crédito y mayor competitividad”.
Los números detrás del cambio
Según el balance especial de transformación al 31 de diciembre de 2024, la nueva Sociedad Anónima contará con activos por $48 billones, depósitos y otras obligaciones por $33 billones, mientras que su Patrimonio Neto ascendería a $15 billones.
El decreto también establece que el Estado Nacional mantendrá el control mayoritario de la entidad con el 99,9% de las acciones, a través del Ministerio de Economía, mientras que la Fundación Banco de la Nación Argentina poseerá el 0,1% restante.
Algunos de los datos de esta nota provienen de Diario Perfil.
Críticas y dudas sobre el futuro del BNA
La transformación del Banco Nación en una Sociedad Anónima despertó fuertes críticas desde la oposición y el sector sindical. Desde la Asociación Bancaria, advirtieron que esta decisión es “un primer paso hacia la privatización” y alertaron sobre el impacto en el acceso al crédito para sectores estratégicos.
El exministro de Economía y actual senador Sergio Massa se sumó a las voces críticas, calificando la medida como “un avance en la entrega del patrimonio nacional” y asegurando que “el Banco Nación es una herramienta clave para el desarrollo productivo del país”.
Por su parte, economistas cercanos al oficialismo defendieron la reforma, señalando que “la rigidez del modelo autárquico limitaba la capacidad del banco para competir en el sistema financiero actual”.
El Congreso, un obstáculo para la apertura de capital
A pesar de la transformación estructural, la posibilidad de una privatización parcial o total del BNA sigue dependiendo de la aprobación del Congreso. De acuerdo con el decreto, cualquier decisión sobre la apertura de capital deberá contar con aval legislativo, lo que deja el futuro de la entidad en el terreno de la disputa política.
Mientras tanto, el Banco Nación avanza en su nueva configuración, en un contexto económico marcado por la incertidumbre y el ajuste. La pregunta que queda flotando es si esta reforma será el principio de una modernización del sistema financiero o el primer paso hacia el desmantelamiento de una de las instituciones bancarias más emblemáticas del país.