El paro, la cuestión social, la política, las medias verdades y la desesperación por perder los privilegios. El cóctel puede ser peligroso si el gobierno nacional no hace lo que dijo iba a hacer y miente.

El paro de hoy 24 fue nada más y nada menos que una “cinchada”, aquel viejo juego que dramatiza con consecuencias brutales para el perdedor, la serie coreana “El juego del Calamar”. Por un lado, un gobierno que lleva menos de 2 meses y manda una mega ley con pretensiones de que sea aprobada contra viento y marea a libro cerrado y por el otro, los dolidos políticos, dirigentes sociales y sindicalistas reunidos en la CGT quienes debieron dejar la caja, perdieron algunos privilegios y ven amenazado su banquito, muchos de los cuales hace 50 años que lo ocupan.

Hay un sector que está dolido, expectante y prevé que Milei los va a defraudar, pero persisten en creer que su voto fue hacia un cambio, que hasta el momento no pueden ver. Otro sector, integrado por las viudas del kirchnerismo, los masistas retardados, la izquierda dislocada y una parte del peronismo colgado del último bastión en el que se ha transformado Axel Kicillof, más los vagos que lideran los movimientos sociales, el Polo Obrero y algunos más, baten los parches y preparan en helicóptero de cartón, como aquel de las plazas a Mauricio Macri.

Ni uno ni otro tienen el poder de decidir si Javier Milei debe salir eyectado del poder, pues el 55% de la población del territorio nacional, lo puso ahí y difícilmente 5 o 20 mil personas que puede juntar el kirchnerismo de Baradel, Yasky, Grabois, Moyano y los gordos de la CGT, puedan sacarlo del lugar para el cual el pueblo lo votó, pero cuidado! el presidente tiene la obligación de hacer las cosas bien, fundamentalmente cumplir lo que prometió (que hasta ahora está en duda) y entre las tantas promesas incumplidas está aquella aseveración de que el costo de la crisis no la iba a pagar la gente, sino la casta y hasta el momento, el 30% de inflación es una piedra en los bolsillos de la clase media y baja y son los únicos que se hunden a mayor velocidad en este abismo de incertidumbre en el que nos han arrojado Alberto, Massa, Cristina y ahora Milei. Los Secretarios Generales de la Confederación gozan de la privacidad de sus countrys, sus pisos en Libertador, sus centenares de hectáreas e campos con soja, sus autos blindados y la carestía de la vida no los toca, aún cuando nadie sepa realmente cómo hicieron tanta plata, aunque nos imaginamos: robando.

El coctel social-político-sindical solo se va a desactivar si la gente apoya al presidente, pero para que Milei logre ese apoyo, hace falta que pare la motosierra que cae con las cuchillas afilada sobre los trabajadores que menos ganan, los monotributistas y las franjas medias y bajas de la sociedad, hoy fuertemente impactadas por el deterioro de la moneda, la hiperinflación en marcha y la falta de fuentes de trabajo, elimine los privilegios, meta preso a los chorros del Estado y recupere la que se llevaron en tantos años de ladriprogresimo argentino.

A Milei no lo deben asustar unos miles que como hoy se juntaron pidiendo su cabeza, que son los mismos que con el 140% de aumento del costo de vida, una inflación mensual del 20%, la pobreza en el 40% y el dólar en 1.000 pesos, nunca protestaron ni ensayaron hacerle un solo paro al compañero de fórmula de Cristina.

Pero que esta gente, inocua y desprestigiada ante los medios y la opinión pública, no resurja con mayor presencia y poder, depende del mismo presidente Milei.

Ya le pasó a Macri, quien con su soberbia nos devolvió el kirchnerismo; es de esperar que pese a la mala experiencia, éste presidente haya aprendido que los oponentes no se han ido, solo se retiraron a la vereda de enfrente y se transforman; depende solo de él que queden allí, olvidados y oxidados en un rincón de la historia o travestidos de demócratas, en el 2027 vuelvan con un partido con otro nombre, pero los mismos oportunistas, para recordarnos que no nos han hecho libres, porque a pesar de que se digan “lbertarios”, no hayan logrado liberarnos del yugo de los corruptos que hace más de 30 años nos someten elección tras elección. (Agencia OPI Santa Cruz)