A partir del conocimiento público del mail enviado por la funcionaria de Vizzotti y asesora del Presidente Fernández, Cecilia Nicolini al ruso a Anatoly Braverman, todo quedó más claro: La Pfizer no la compró el gobierno hace un año por una cuestión “ideológica”; hizo negocio con los rusos a instancias de CFK, éstos no cumplieron; ese “capricho con negociado incluído” le costó al país más de 40 mil muertos, pues el gobierno de Alberto y Cristina sabían de antemano que no iba a poder cumplir y siguieron adelante ocultando la verdad, privando a la población de 14 millones de dosis que sí podría haber aportado la empresa estadounidense la cual, a la vez, le daba a la Argentina prioridad en el contrato por haber sido este país donde se hicieron las pruebas de las etapas formales y se enviaron “decenas de vuelos”, a un supermillonario costo y con bajo el relato estúpido de los estúpidos, para acarrear vacunas de Rusia y China, pero que no fuera de EEUU, por cuestiones “antimperialistas”.
Finalmente, Argentina tiene casi 110 mil muertos, encabeza los ranking de países por cantidad de fallecidos por millón y ahora el gobierno, apurado por las elecciones, deja a un lado el relato berreta que en el mundo nadie compra y se dispone a que “el imperialismo” le salve las papas en las urnas.
Pero el kirchnerismo fue víctima de sus propias acciones, ya que no reformaron la ley de vacunas y a raíz de ello, el presidente debió sacar un DNU del bolsillo para que pueda comprar la Pfizer, empresa que según el propio gobierno “le pedía condiciones imposibles de cumplir” y hasta llegaron a decir que exigían “los glaciares”.

Como mínimo, el presidente y la vicepresidente deben ser sometido a juicio político y ser denunciados por genocidio de argentinos en épocas de pandemia, dado que han sido uno de los pocos países del mundo, junto con Cuba, Nicaragua y Venezuela, que les negaron al pueblo, las vacunas necesarias para prevenir las más de 100 mil muertes padecidas por los argentinos (hasta hoy), a quienes se nos ha muerto un familiar, un amigo o un conocido.
A medida que se acercan las elecciones, los contagios “bajan”, la vacunación “aumenta” y Alberto Fernández pone cara de “yo no fui”, mientras le echa las culpas a Macri de su propia impericia. Una vergüenza y como si esto fuera poco, Sofía Pacchi entró 60 veces a casa de gobierno, por ser amigo de la concubina del presidente y con la plata de los argentinos, fue “ascendida” de amiga a un cargo en una Secretaría. Es evidente que se nos cagan de risa.
Y ayer Nicolás Kreplak, un inepto para la función que cumple, saltaba abrazado con una horda de lamebotas, sin respetar la distancia social y las prevenciones para evitar el contagio, festejando su candidatura.
Si todo esto no es castigado como corresponde en las urnas de noviembre y en el 2023, Argentina no tiene ningún futuro. (Agencia OPI Santa Cruz)