Los planes de la vicepresidente se cayeron como un castillo de naipes. Cristina Fernández tenía previsto un viaje en el avión presidencial a un costo de unos 500 mil dólares, para distribuir su relato recortado, burdo y falaz en la Universidad de Nápoles, donde iba a hablar de “La insatisfacción de la democracia”, un título que venía casi a ser una premonición de la patada en la boca del estómago que el domingo último la sociedad argentina le dio en las urnas a ella, el kirchnerismo y el peronismo cómplice, eyectados por voluntad de un pueblo harto, en beneficio de un out sider en el que pocos confían pero al que apostaron decididamente por un cambio de paradigma.
La vicepresidenta condenada, tenía la seguridad absoluta que Sergio Massa, su segundo gran invento político, iba a arrasar en las urnas. No era para menos: la experiencia reciente le decía que a la sociedad argentina se la puede embaucar una y otra vez, con la utilización acorde del relato, los fondos públicos y la construcción de figuras “nuevas”, que son viejos conocidos recauchutados para hacerlos parecer buenos, aunque sean deplorables.
Ya lo había hecho con Alberto Fernández a quien disfrazó de “moderado” y lo “vendió” a una sociedad ávida de honestidad, sinceridad y cambio. Dijo que “volvían mejores” y se constituyó en el peor gobierno de la historia del país desde el advenimiento de la democracia.
Y con Sergio Massa ensayó un ardid más o menos parecido, manteniéndose un poco más oculta, pero fiel a su naturaleza, no pudo disimular sus ansias de mantener el poder, plafón y manejo del orden del día del nuevo invento llamado “Unión por la Patria”, que representaba Massa con toda su dimensión aspiracional a la presidencia.
Precisamente por eso Cristina Fernández, en la seguridad de que su nueva simulación política arrasaba en las urnas, más aún teniendo como medida, lo ocurrido en las generales, no se molestó en dudar si viajaba o no a Italia; por el contrario, siguió adelante con su plan de ir al viejo continente a dar clases de democracia, una materia que a ella la tiene en deuda. Y cuando la carpeta con los apuntes y ayudas memoria ya estaban listas y depuradas para abordar el Tango 01 que la iba a depositar en Roma a un valor de 500 mil dólares el capricho, ganó Milei, perdió Sergio Massa y la “insatisfacción de la democracia”, pasó de ser de un título de “conferencia magistral” a un enunciado que la autodefine. El triunfo de Javier Milei, le quitó sentido a su disertación en Italia, porque ya no tenía absolutamente nada que decir.
Lo que debe saber la señora vicepresidente es que la gente también votó contra su soberbia, el abuso de poder y la corrupción que a pesar de las condenas previas existentes en la justicia, siguió incurriendo sin pudor ni vergüenza, toda las veces que usó discrecionalmente los aviones presidenciales para viajar a esta provincia o el avión de YPF cedido por Pablo González, como si se tratara de un bien propio del cual pudiera disponer sin rendirle cuenta a nadie.
La derrota del kirchnerismo por más de 11 puntos en el país y en 21 de las 24 provincias, incluyendo más de un 50% en Santa Cruz, también tuvo que ver con esto; esa insatisfacción de la democracia de la que CFK quería hablar y se corporizó en la catastrófica derrota en las urnas del último domingo. (Agencia OPI Santa Cruz)